viernes, 22 de abril de 2016

Capítulo décimo:


Ángela subió al segundo piso y se encontró a Pablo dentro de la habitación. Su mirada parecía como la de Rocky en una de las muchas imágenes que circulan por internet de él con su novia, Alexa. Sus ojos castaños café blanquecino, como la corteza de un laurel, parecían querer ser boca, para decir lo que la actual boca no se atrevía a decir; además, sus labios, deseaban ser ojos para percibir lo que éstos percibían. Sin embargo, al segundo siguiente, desearon seguir siendo labios. Ángela frunció el ceño y puso ojos de ignorancia y desinterés; entonces se puso firme, dejó los implementos de aseo a un lado, excepto uno: la escoba, ¡oh, escoba, cómo has ayudado! Ángela le dio una nalgada a Pablo con la escoba, justo en la rayita tan relevante. La escoba y Ángela estuvieron seguras de que Pablo no volvería a parársele en frente durante el resto del día.

Ángela terminó de limpiar, con su escoba y el resto de los implementos de limpieza, el cuarto de clases de español. Riker volvió justo cuando Ángela ya estaba en la siguiente etapa de limpieza: organizar los libros. Ángela había traído unos libros en su bolso, los cuales iba a utilizar. También tenía los libros de texto de las diferentes ramas de español (gramática, ortografía, literatura, lingüística, etc.), de los cuales tenía todos los números: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8. Estos libros fueron traídos por Mónica, ella es mexicana y está totalmente de acuerdo con que los gringos deben aprender el castellano latinoamericano y quiere ayudar a Ángela en esto porque sabe que enseñar español a los gringos puede ser muy complicado.

Ángela tuvo un montón de recuerdos de esos libros que leyó en la primaria y en la secundaria. Cuando Riker entró en el recinto se dio cuenta de que Ángela no estaba conectada a la misma emisora en la que él estaba. Ángela había encontrado un libro muy importante para la literatura inglesa, escrito por William Shakespeare, este libro fue también muy importante para ella. Estando en la secundaria, en noveno grado, estaba leyendo este libro—Romeo y Julieta—un chico se le acercó, este chico era rubio, con unos ojos castaños claros que enamoraban y tenía una nariz muy Rodríguez; su nombre era Carlos Esteban Recosa. Carlos se quedó de pie, recostado sobre una banca posterior a  Ángela, mientras ella, desconociendo su presencia y observación hacia ella, continuaba leyendo Romeo y Julieta. Carlos se aclaró la voz y Ángela, percatándose de que el aula de clases estaba desierta—porque era el recreo—, se dio cuenta de que cierta personilla la estaba observando. Lenta y ligeramente bajó el libro de Romeo y Julieta y vio los ojos castaños claros de Carlos observándola atentamente. Ella se ruborizó un poco, se tocó la mejilla e hizo desaparecer el rubor. Carlos no quitó los ojos de ella y, dándose cuenta de que ya debía haber dicho algo y no lo había hecho, volvió a aclarase la voz y le preguntó…

—Teacher?

Riker no quería interrumpir la concentración que tenía que su profesora con este libro tan emblemático de los idiomas inglés y español, pero tenía que porque estaban perdiendo tiempo y debían, según él, terminar su lección privada antes de que empezara la primera clase.

—I didn’t want to disturb you, but, I guess we should continue with my private lesson—Dijo Riker.
—Oh, it’s okay. I just was remembering when I was in middle school.

—Are those books yours? —preguntó Riker.
—Yes, I read these books when I was in elementary, middle and High School. So they bring me back a lot of memories.

—That is something good when you love to read, books always bring you a lot of memories and you’re not all the time boring.
—Yeah it’s good… So what do you think if you read this?

Ángela le mostró a Riker un libro que tenía especialmente acomodado en su arsenal de libros y el cual cumplía una función importante, El principito. Riker lo observó y rio al ver la portada clásica de este clásico. Ángela abrió el libro en la página que quería que Riker leyese y se la señaló. Entonces él comenzó a leer:

—Aprrhendí bien pronto…
¡La erre!le reclamó Ángela.
—I’m sorry. Aprendí bien prontoó a conocer e’sta  flohor. En l planeta del principito siempre habían existido fores muy simplleis, adornadas con una sola fila de petalos…

—¡pétalos! The titte isn’t there just for ornament.

—I’m sorry—Volvió a disculparse Riker—… Adornadas con una sola fila de pétalos, que casi no ocupaban luhu-gar y no molestaban a nadihie. Zurgían entre la hierba una mañana, y por la tarde ya había desaparecido. Pero aquella flor había gherminado de una semilla que quién sabe de dónde lliegó , y el principito había vigilado muy de cerca desde el primer día que la vio a aquella rhamita tan distinta de las que éll conocía.

Riker terminó de hablar y calló, mientras que Ángela no sabía qué decir. Este entre una confusión entre si a lo que Riker había dicho le faltaba algo más de perfección en su pronunciación o era solo por el acento que obviamente no lo tenía bien desarrollado. También cupo la posibilidad de que el problema en la pronunciación de Riker fuera la duda al momento de pronunciar los diptongos y el hecho de que le agregó haches donde no las había y doblaba algunos sonidos—como la ele—y no comprendía la diferencia entre la ese, la ce y la zeta; y que tampoco podía decir el dígrafo f-l.

Riker continuó esperando a que Ángela respondiera, pero, viendo que aún seguía pensativa, le preguntó: “Are you okay?” Esperó unos segundos más y viendo que Ángela solo cambiaba de posición y se sentaba en la silla del profesor. Entonces Riker volvió a intervenir: “I didn’t want to disturb you”. Riker hizo ademán de irse de presencia de Ángela de dejarla sola para, quién sabe, que interiorice y hallase la respuesta a la incógnita que le presentaba él…, tal vez ése no sea la verdadera intención que tenía Riker, pero eso fue que lo que Ángela interpretó. Sin embargo ella no le dejó ir, lo llamó y él volvió. Ángela solo le dijo una cosa a Riker antes de que él definitivamente se fuera:

—Riker, please, call your classmates; the class is going to start now. And also, Riker … about your pronunciation, we’re going to talk about it later, I just was testing you.

Riker finalmente salió del aula con dos enormes pensamientos en la cabeza: que debería interesarse más por las cosas de la banda porque se estaba saliendo un poco de su objetivo principal, y que no tenía ni idea de quienes son sus compañeros de clase; entonces se las arregló fácil: se paró frente a la barra—donde estaba Pablo observándolo con cara de asesino en serie—y dio un anunció público en general: “De los presentes, ¿hay alguien que pertenezca al grupo del curso de español de la Srta. Rivera?”, unas diez personas levantaron la mano y Riker les habló en particular: “La Srta. Rivera dice que ya va a comenzar la clase”. Estas diez personas subieron las escaleras, como Riker les indicó y tomaron asiento en las sillas que la profesora había ordenado especialmente para esta clase.

Ángela solo vio entrar a cuatro de sus alumnos, y los saludó a todos por igual. Los distinguió inmediatamente a casi todos: Gaby, Fergie, y John; pero le costó reconocer a Steve. Después de ver entrar a estos estudiantes y saludarlos, Ángela salió del aula y se quiso huir, pero se tropezó con algo que fue para ella un enorme muro, suave y duro a la vez. Como iba con la cabeza gacha no se fijó quién o qué era ese muro, pero este muro—que poseía vida—sí se dio cuente de a quién había impactado y se inclinó para observar el rostro de la chica—porque en su mente sólo una chica puede tener esa estatura y salir atropelladamente de un aula sin fijarse hacia qué se dirige—y notó que era el mismo rostro que una vez lo hizo sonrojarse.

Riker tomó el rostro de Ángela y ella no hizo ningún esfuerzo por evadir su tacto. Vio a Stephanie llegar al aula y la saludó, teniendo esa excusa para evadir los ojos inquisidores de Riker por tan solo un segundo. Riker incrementó la inquisición en sus ojos cuando Ángela volvió a mirarlo y le preguntó:

¿Por qué saliste tan... así como saliste del salón? ¿No deberías estar allá dentro recibiendo a tus alumnos allá dentro y no aquí afuera, sin tener la misma elegancia y cortesía?—preguntó Riker.


Bueno, para empezar, Riker, tus manos están muy calientes y me estás quemando el rostro—. Riker quitó sus manos y le permitió al rostro de Ángela respirar y relajar sus músculos—. Para continuar, Riker, —Ángela se apegó a la pared y le pidió a Riker, con señas, que se pegara a la pared también—. Tengo miedo…
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Hola! espero que tengan buenas noches, tardes o días. Quiero dedicar esta maratón a mis lectores de Nueva Zelanda y Venezuela. Tenía este blog bastante descuidado y he querido renovarlo con este maratón y por eso lo quiero dedicar a mis más nuevos lectores 3: besitos y abrazos para todos

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