viernes, 12 de agosto de 2016

Capítulo décimo quinto:


Emma se llevó a Ángela a la cafetería y, más específicamente, la llevó a la zona VIP, a donde sólo los populares, los presidentes y los cuadros de Honor se sientan. Ahí se sentaron la dos y ella le dio unos papeles sin decirle que eran. Lo único que dijo fue:

—Guárdalos rápido. No vaya a ser que nuestros enemigos nos descubran—Y luego agregó—: Léelos cuidadosamente y luego vienes a una de nuestras sesiones del comité del consejo estudiantil y nos dices tu opinión sobre lo que ahí hemos propuesto—. Miró en derredor y dijo—: ¡Guárdalos! No dejes que nadie los vea—. Entonces se retiró.

Ángela hizo caso y guardó los papeles que le entregó Emma. Pero no dejó de preguntarse qué eran esos papeles. Decidió no provocar a nadie y ocultar los papeles en su bolso. Entonces sí pudo al apartamento tranquila y en paz.

Al llegar allá, como estaba sola porque Olivia todavía estaba en la Universidad, sacó el manojo de páginas y las puso debajo de su almohada, diciéndose “Nadie, es nadie”.

Ángela se puso a preparar el almuerzo, ya que ella y su compañera hacían lo posible por ahorrar dinero porque, éste escaseaba. Además es una tradición muy hispanoamericana preparar la comida en casa.

Eran las dos y media de la tarde cuando Olivia por fin llegó del College. Ella y Ángela comieron el almuerzo y luego vieron algo de televisión para “relajarse”.

No habían terminado de comer cuando unos no-desesperados, pero sonoros gritos inundaron todos los apartamentos de ese pasillo, escuchándose hasta más fuertes que la música de algunos vecinos los fines de semana de verano. Ángela y Olivia se estremecieron al oír estos gritos que combinaban palabras en inglés, español y portugués; sin embargo Ángela no logró entender gran parte de lo que decía porque la persona que gritaba tenía una extraña combinación entre acento puertorriqueño y cubano.

En otro país todos los inquilinos saldrían de sus casas y se asomarían a la puerta a ver qué sucede en el pasillo. Sin embargo, aquí todos están amenazados de muerte y por eso nadie se asomó a la puerta a ver; al menos por su cuenta. Diez minutos después de que cesarán los gritos la DEA comenzó a tocar las puertas de todas las residencias, no solo las de ese pasillo, sino todas las del edificio.

Ángela y Olivia escucharon gente llamando a las puertas cercanas a su apartamento y se preguntaron qué sería, qué era lo que había ocurrido y qué vendría luego.

Era difícil estar ahí, sentado, solo escuchando lo que se podía escuchar y tratando de terminar de tragar lo que se tiene en la garganta para no tener que atragantarse después con la comida.

Ángela y Olivia solo se comunicaron por señas, por miradas y por susurros preguntando lo obvio, lo que no daría información personal sobre ellas o sobre sus situaciones económicas, políticas, sociales, jurídicas o académicas. Se preguntaron cosas como: “¿Qué crees que esté pasando?” y “¿Escuchas algo?”

Olivia apagó el televisor y se sentó en el suelo, haciéndole señas a Ángela para que hiciera lo mismo. Ella se sentó y se acercó a ella. Olivia comenzó a hablar al oído y le dijo:

—Estoy comenzando a pensar que deberíamos mudarnos. Este lugar es muy peligroso—dijo Olivia.
—Yo también lo creo. ¿Ya ha pasado esto antes? —Preguntó Ángela hablándole también en el oído.

—No exactamente, pero sí.
— ¿Y ahora qué?

Olivia analizó la situación en ese momento. Ella es dos años mayor que Ángela y se sentía a cargo de ella y de todo lo que vive dentro de ese apartamento cuya renta ellas dos la pagan. Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos cuando alguien tocó a la puerta de su apartamento, y ambas sabían ya quién era.

Olivia tomó aire y valor, se acercó a la puerta y la abrió sonriendo de buena manera y amablemente. Pero los agentes de la DEA no fueron tan amables como ella. Solo irrumpieron en el apartamento como Pedro por su casa y, cuando ya estuvieron dentro, fue que dijeron “Permiso”. Fuera en Panamá esta situación, Ángela los echaría a escobazos; pero no tenía una escoba y eso sería un delito, o tal vez no; pero sí podría tener problemas con las autoridades por eso.

Los agentes de la DEA, después de que dijeron “Permiso”, informaron que venían a allanar su residencia y que tenían orden para allanar y ésa y todas las demás residencias de ese edificio. Mostraron el permiso, firmado, para allanar las residencias; y continuaron haciendo estragos dentro del apartamento de Ángela y Olivia. Suerte que en su departamento ellas no tenían cosas delicadas o delicadas y de valor monetario, porque seguramente los agentes de la DEA no pagarían ni un centavo por daños y a Ángela y Olivia les quitaría mucho tiempo de estudio y de trabajo ir a poner una queja o demandarlos por daños hechos en su departamento.

Ángela los vigiló con la vista y se le erizaron los pelos cuando vio que los agentes de la DEA iban para su habitación.

—Also You’re gonna get  in our bedroom?? —Preguntó Ángela asustada.

Asustada no porque encontraran drogas en su habitación, sino porque tenía los papeles, que Emma la había dado, debajo de su almohada. Nadie es nadie. Seguía recordándose en su mente. Tenía miedo de que Olivia viera esos papeles y la criticara por estar relacionarse con las Very Important People. También le atemorizaba que los agentes de la DEA no dieran especial importancia a esos papeles y los tiraran como diciendo “Más basura de este lugar”.

Temiendo todas las posibilidades alternativas y tomándose muy en serio la frase que ella misma inventó, Nadie es nadie, se dirigió a su habitación; justo cinco segundos después de que otro oficial de la DEA—que no había entrado en la recámara—le respondiera a Ángela diciendo: “They ruled us to look in every room these apartments have”.

Ángela entró en su habitación y se quedó parada junto a la pared sin llamar la atención. Los agentes de la DEA encontraron, como ya era de esperarse, las página que Ángela tenía debajo de su almohada. El oficial que la había tomado empezó a leerla, y Ángela se acercó a él, haciendo el ademán de pedir que le entregara el majo de páginas, pero él se negó rotundamente y de forma mezquina. Y luego preguntó con palabras:

—What is this?
—Those are documents from my college—. Hizo una breve pausa y luego agregó—: Like notes my Friends and I took while classes, you know, to study better…

—This does not seem like notes you and your friends took while classes—. Dijo haciéndole burla a Ángela.
—Those are college’s stuff, anyway—dijo Ángela en un tono cansado.

—STUFF?!!! PUT YOUR HANDS BEHIND YOU HEAD. YOU’RE ARRESTED—gritó el agente de la DEA.

Lo que este hombre había entendido de lo que le dijo Ángela era que ella y sus compañeros de la universidad traficaban cocaína, porque ése es uno de los significados de la palabra “stuff”.

Ángela tuvo que explicarle, con toda la calma del mundo, con pelos y señales, y tratando de utilizar grupos de palabras sinónimas que expresaran el mismo sentido, para que hubiera deficiencia de comunicación y que se entendieran ella y los agentes de la DEA. Entonces ella obtuvo las páginas por las cuales tanto debatió y pudo leer el título. Estaba en inglés, por eso el agente de la DEA pudo darse cuenta que no eran notas que ella y sus compañeros habían tomado durante las clases. El título decía, en traducción al español: “Programa de Defensa de la Facultad de Medicina”. Leyendo solo este título no habría razones por las cuales pensar que eso era un contrato de compra de drogas, por ejemplo; lo cual sería muy estúpido tener uno en posesión. Sin embargo el agente que tomó estos documentos supuso que eso podría estar escrito en código. Este agente tiene una forma de pensar que lo lleva a indagar hasta lo más hondo; de tal manera que la gente inocente se pone nerviosa y queda como un posible sospecho, lo cual hace que la gente se desespere más aún. Como él dice: “Todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario; porque nadie es inocente, todos somos culpables”.

Los agentes de la DEA estuvieron “allanando” el apartamento de Ángela y Olivia durante ochenta y cinco minutos; así que ambas llegaron tarde a su trabajo. Hablando de todo el edificio, ellos no salieron de él hasta 4 horas después del atardecer. En el apartamento que habían allanado primero encontraron 200 Kilos de cacaína, sin embargo no encontraron más nada en los otros apartamentos. Entonces se fueron felizmente después de haber arrestado a quiénes vivían en ese apartamento.

Ese día, Ángela y Olivia llegaron tarde a su trabajo, pero igualmente se pusieron a trabar como todos los demás. Ángela recordó lo que sucedió ese día en el edifico y consideró seriamente la posibilidad de que se tuvieran que mudar…

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Hola, ha pasado mucho tiempo, pero todavía no me he olvidado de este blog. Voy a seguir publicando esta novela. Me gusta mucho esta novela y por eso no puedo dejar de escribirla.
Ya sé que siempre que prometo no puedo cumplirlo, pero esta vez voy a marcar la diferencia. A partir de hoy va ha haber un capítulo cada fin de semana. Hoy comienzo. Ahora les compartiré un vídeo de una canción vieja y sonada. Es mi favorita, así que espero que la disfruten.Nos leemos la próxima semana. Besos :3 :3







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