Emma se llevó a Ángela a la
cafetería y, más específicamente, la llevó a la zona VIP, a donde sólo los
populares, los presidentes y los cuadros de Honor se sientan. Ahí se sentaron
la dos y ella le dio unos papeles sin decirle que eran. Lo único que dijo fue:
—Guárdalos rápido. No vaya a ser
que nuestros enemigos nos descubran—Y luego agregó—: Léelos cuidadosamente y
luego vienes a una de nuestras sesiones del comité del consejo estudiantil y
nos dices tu opinión sobre lo que ahí hemos propuesto—. Miró en derredor y
dijo—: ¡Guárdalos! No dejes que nadie los vea—. Entonces se retiró.
Ángela hizo caso y guardó los
papeles que le entregó Emma. Pero no dejó de preguntarse qué eran esos papeles. Decidió no provocar a nadie y ocultar los
papeles en su bolso. Entonces sí pudo al apartamento tranquila y en paz.
Al llegar allá, como estaba sola
porque Olivia todavía estaba en la Universidad, sacó el manojo de páginas y las
puso debajo de su almohada, diciéndose “Nadie, es nadie”.
Ángela se puso a preparar el
almuerzo, ya que ella y su compañera hacían lo posible por ahorrar dinero
porque, éste escaseaba. Además es una tradición muy hispanoamericana preparar
la comida en casa.
Eran las dos y media de la tarde
cuando Olivia por fin llegó del College.
Ella y Ángela comieron el almuerzo y luego vieron algo de televisión para
“relajarse”.
No habían terminado de comer
cuando unos no-desesperados, pero sonoros gritos inundaron todos los
apartamentos de ese pasillo, escuchándose hasta más fuertes que la música de algunos
vecinos los fines de semana de verano. Ángela y Olivia se estremecieron al oír
estos gritos que combinaban palabras en inglés, español y portugués; sin
embargo Ángela no logró entender gran parte de lo que decía porque la persona
que gritaba tenía una extraña combinación entre acento puertorriqueño y cubano.
En otro país todos los
inquilinos saldrían de sus casas y se asomarían a la puerta a ver qué sucede en
el pasillo. Sin embargo, aquí todos están amenazados de muerte y por eso nadie
se asomó a la puerta a ver; al menos por su cuenta. Diez minutos después de que
cesarán los gritos la DEA comenzó a tocar las puertas de todas las residencias,
no solo las de ese pasillo, sino todas las del edificio.
Ángela y Olivia escucharon gente
llamando a las puertas cercanas a su apartamento y se preguntaron qué sería,
qué era lo que había ocurrido y qué vendría luego.
Era difícil estar ahí, sentado,
solo escuchando lo que se podía escuchar y tratando de terminar de tragar lo
que se tiene en la garganta para no tener que atragantarse después con la
comida.
Ángela y Olivia solo se
comunicaron por señas, por miradas y por susurros preguntando lo obvio, lo que
no daría información personal sobre ellas o sobre sus situaciones económicas,
políticas, sociales, jurídicas o académicas. Se preguntaron cosas como: “¿Qué
crees que esté pasando?” y “¿Escuchas algo?”
Olivia apagó el televisor y se
sentó en el suelo, haciéndole señas a Ángela para que hiciera lo mismo. Ella se
sentó y se acercó a ella. Olivia comenzó a hablar al oído y le dijo:
—Estoy comenzando a pensar que
deberíamos mudarnos. Este lugar es muy peligroso—dijo Olivia.
—Yo también lo creo. ¿Ya ha
pasado esto antes? —Preguntó Ángela hablándole también en el oído.
—No exactamente, pero sí.
— ¿Y ahora qué?
Olivia analizó la situación en
ese momento. Ella es dos años mayor que Ángela y se sentía a cargo de ella y de
todo lo que vive dentro de ese apartamento cuya renta ellas dos la pagan. Sin
embargo sus pensamientos fueron interrumpidos cuando alguien tocó a la puerta
de su apartamento, y ambas sabían ya quién era.
Olivia tomó aire y valor, se
acercó a la puerta y la abrió sonriendo de buena manera y amablemente. Pero los
agentes de la DEA no fueron tan amables como ella. Solo irrumpieron en el
apartamento como Pedro por su casa y, cuando ya estuvieron dentro, fue que
dijeron “Permiso”. Fuera en Panamá esta situación, Ángela los echaría a
escobazos; pero no tenía una escoba y eso sería un delito, o tal vez no; pero
sí podría tener problemas con las autoridades por eso.
Los agentes de la DEA, después
de que dijeron “Permiso”, informaron que venían a allanar su residencia y que
tenían orden para allanar y ésa y todas las demás residencias de ese edificio.
Mostraron el permiso, firmado, para allanar las residencias; y continuaron
haciendo estragos dentro del apartamento de Ángela y Olivia. Suerte que en su
departamento ellas no tenían cosas delicadas o delicadas y de valor monetario,
porque seguramente los agentes de la DEA no pagarían ni un centavo por daños y
a Ángela y Olivia les quitaría mucho tiempo de estudio y de trabajo ir a poner
una queja o demandarlos por daños hechos en su departamento.
Ángela los vigiló con la vista y
se le erizaron los pelos cuando vio que los agentes de la DEA iban para su
habitación.
—Also You’re gonna get in our bedroom?? —Preguntó Ángela asustada.
Asustada no porque encontraran
drogas en su habitación, sino porque tenía los papeles, que Emma la había dado,
debajo de su almohada. Nadie es nadie.
Seguía recordándose en su mente. Tenía miedo de que Olivia viera esos papeles y
la criticara por estar relacionarse con las Very
Important People. También le atemorizaba que los agentes de la DEA no
dieran especial importancia a esos papeles y los tiraran como diciendo “Más
basura de este lugar”.
Temiendo todas las posibilidades
alternativas y tomándose muy en serio la frase que ella misma inventó, Nadie es nadie, se dirigió a su
habitación; justo cinco segundos después de que otro oficial de la DEA—que no
había entrado en la recámara—le respondiera a Ángela diciendo: “They ruled us to look in every room these apartments
have”.
Ángela entró en su habitación y
se quedó parada junto a la pared sin llamar la atención. Los agentes de la DEA
encontraron, como ya era de esperarse, las página que Ángela tenía debajo de su
almohada. El oficial que la había tomado empezó a leerla, y Ángela se acercó a
él, haciendo el ademán de pedir que le entregara el majo de páginas, pero él se
negó rotundamente y de forma mezquina. Y luego preguntó con palabras:
—What is this?
—Those are documents from my college—. Hizo una breve pausa y luego agregó—: Like notes my Friends and I took while
classes, you know, to study better…
—This does not seem like notes you
and your friends took while classes—. Dijo haciéndole burla a Ángela.
—Those
are college’s stuff, anyway—dijo Ángela en un tono cansado.
—STUFF?!!! PUT YOUR HANDS BEHIND YOU
HEAD. YOU’RE ARRESTED—gritó
el agente de la DEA.
Lo que este hombre había
entendido de lo que le dijo Ángela era que ella y sus compañeros de la
universidad traficaban cocaína, porque ése es uno de los significados de la
palabra “stuff”.
Ángela tuvo que explicarle, con
toda la calma del mundo, con pelos y señales, y tratando de utilizar grupos de
palabras sinónimas que expresaran el mismo sentido, para que hubiera
deficiencia de comunicación y que se entendieran ella y los agentes de la DEA.
Entonces ella obtuvo las páginas por las cuales tanto debatió y pudo leer el
título. Estaba en inglés, por eso el agente de la DEA pudo darse cuenta que no
eran notas que ella y sus compañeros
habían tomado durante las clases. El título decía, en traducción al
español: “Programa de Defensa de la Facultad de Medicina”. Leyendo solo este
título no habría razones por las cuales pensar que eso era un contrato de
compra de drogas, por ejemplo; lo cual sería muy estúpido tener uno en
posesión. Sin embargo el agente que tomó estos documentos supuso que eso podría
estar escrito en código. Este agente tiene una forma de pensar que lo lleva a
indagar hasta lo más hondo; de tal manera que la gente inocente se pone
nerviosa y queda como un posible sospecho, lo cual hace que la gente se
desespere más aún. Como él dice: “Todos son culpables hasta que se demuestre lo
contrario; porque nadie es inocente, todos somos culpables”.
Los agentes de la DEA estuvieron
“allanando” el apartamento de Ángela y Olivia durante ochenta y cinco minutos;
así que ambas llegaron tarde a su trabajo. Hablando de todo el edificio, ellos
no salieron de él hasta 4 horas después del atardecer. En el apartamento que
habían allanado primero encontraron 200 Kilos de cacaína, sin embargo no
encontraron más nada en los otros apartamentos. Entonces se fueron felizmente
después de haber arrestado a quiénes vivían en ese apartamento.
Ese día, Ángela y Olivia
llegaron tarde a su trabajo, pero igualmente se pusieron a trabar como todos
los demás. Ángela recordó lo que sucedió ese día en el edifico y consideró
seriamente la posibilidad de que se tuvieran que mudar…
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Hola, ha pasado mucho tiempo, pero todavía no me he olvidado de este blog. Voy a seguir publicando esta novela. Me gusta mucho esta novela y por eso no puedo dejar de escribirla.
Ya sé que siempre que prometo no puedo cumplirlo, pero esta vez voy a marcar la diferencia. A partir de hoy va ha haber un capítulo cada fin de semana. Hoy comienzo. Ahora les compartiré un vídeo de una canción vieja y sonada. Es mi favorita, así que espero que la disfruten.Nos leemos la próxima semana. Besos :3 :3
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